A lo largo de su historia, la humanidad ha vivido varias experiencias de muerte masiva por alguna enfermedad infecciosa, y todas ellas han puesto en vilo la organización social y han hecho creer que es el fin del mundo, sin importar la magnitud de los imaginarios sociales desde los que se valoran. Para el caso del COVID-19, es claro que hay más muertos por influenza estacional o por hambre cada año que por esta pandemia; pero la contagiosidad, la velocidad con la que se expandió la infección por el mundo y la superación de los sistemas de salud existentes han removido el profundo temor a la muerte que predomina en el imaginario contemporáneo.
Las medidas de control del contagio, que han mostrado nuevas formas de bio y necropolítica, han alterado la cadena de producción, distribución, consumo y acumulación de capital, en todos los sectores. Con esto se ha puesto en vilo a la sociedad contemporánea, basada en un capitalismo financiarizado, cognitivo, patriarcal y extractivista que sigue impulsando el sobreconsumo y la competencia individual, empresarial y entre países como los motores del progreso.
Una conmoción de estas dimensiones lleva a una encrucijada en la que no se sabe qué camino tomar. Es posible que en pocas semanas o meses se haya vuelto a la “normalidad”, profundizada por las oportunidades de negocio que mostró el confinamiento. O bien, que el duro golpe haya abierto rutas de transformación y se vaya en otra dirección. Como propuso el filósofo español Paul B. Preciado, habría que aprender del virus1: si el virus mutó de una manera eficaz para mejorar su replicación, deberíamos aprender a mutar para vivir como humanidad.
Revelaciones de la pandemia
A pesar del intento del Gobierno de Estados Unidos –en su disputa por la hegemonía mundial– de acusar a China de haber producido en sus laboratorios el “nuevo coronavirus”, o SARS-CoV-2, cada vez queda más claro que el virus mutó para pasar de animales a humanos, como ha ocurrido en la mayoría de las pandemias zoonóticas de los siglos XX y XXI2.
En los “mercados húmedos” de las ciudades del sur de China están dadas las condiciones para que el encuentro entre animales silvestres, animales domésticos y humanos haya permitido las mutaciones necesarias para la expansión del virus entre humanos. En particular, la proximidad genética del nuevo coronavirus con el que circula en murciélagos y pangolines de la región aledaña a Wuhan, parece ser la vía más probable.
La contagiosidad y la expresión simultánea de casos graves desbordaron los sistemas de salud, primero en China y después en todos los demás países. Los sistemas no respondieron porque, cada vez son menos “sistemas”, y más “corporaciones de servicios lucrativos especializados”. Desde los años sesenta se ha venido configurando un enorme “complejo médico-industrial”, y ahora financiarizado, que integra grandes emporios de investigación e innovación, gerencia de servicios hospitalarios, tecnología biomédica, medicamentos, formación de profesionales cada vez más especializados y, sobre todo, intermediación financiera a través de los seguros y la bolsa de valores4. La agenda neoliberal de reformas privatizadoras ha sido funcional a la acumulación de capital en el denominado “complejo médico industrial y financiero de la salud”, núcleo central del capitalismo financiarizado y cognitivo5.
En América Latina, el sistema de salud es el mejor ejemplo de la cobertura universal en salud promovida por el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, porque la mayoría de la población tiene algún seguro de salud, y el seguro es el mejor mecanismo para proteger a las personas del riesgo financiero del pago de la costosa atención médica. Es un sistema de seguridad social obligatorio, pero basado en un mercado de aseguramiento, con competencia regulada y subsidio a la demanda para pobres. Este arreglo institucional está siendo superado por la pandemia, porque espera a los enfermos, quienes son considerados clientes, no pacientes; no previene ni entiende de contagios y ha producido y reproducido toda suerte de inequidades, en especial entre campo y ciudad, entre las mismas ciudades, entre etnias y entre géneros. No obstante, los gobiernos insisten en inyectarle recursos al sistema a través de intermediarios financieros para, desde alli, ordenarle a cada instancia que cumpla su función, mientras garantiza la rentabilidad a los financistas que reciben inmensas sumas del dinero otorgado por el Estado.
¿Hacia dónde mutar?
Es urgente y necesario mutar, pero, ¿hacia dónde? Si el origen de las pandemias zoonóticas está en la forma de relación entre humanos y animales, o entre sociedad y naturaleza, es necesario superar la lógica de explotación de la naturaleza para el beneficio humano, y mutar hacia una relación respetuosa, cuidadora de toda forma de vida, basada en el consumo vital, los mercados internos, de ciclos cortos, con más intercambio y menos acumulación rentista del capital.
Es urgente transformar nuestra comprensión de la dinámica de la pandemia, tanto como la respuesta institucional y social. La conciencia de la interdependencia humana y entre seres humanos y naturaleza impone una nueva manera de comprender el territorio que se habita. Los recursos públicos deben llegar a las familias y comunidades directamente, sin intermediación financiera alguna.
Un sistema de renta básica universal para las mayorías informales y pobres, con servicios públicos incluidos y un modelo de atención domiciliaria organizada, apoyada en la participación social y comunitaria, permitiría construir una ruta de transformación del modelo de intermediación, concesión y contratación que predomina en todos los sectores de la economía y de la protección social. Mutar para vivir: no para sobrevivir, sino para el “buen vivir”, colectivo y solidariamente, cuidando la vida humana y no humana.
Darío I. Restrepo
Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia
indamail@gmail.com
Marío E. Hernández
Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia
mariohernandez62@gmail.com
1 Preciado PB. (2020). Aprendiendo del virus. En: Agamben G, ŽiŽek S, Nancy JL et al. Sopa de Wuhan: Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias. Sc: Editorial ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio), 163-185.
2 Chunăg. (2020). Contagio social: Guerra de clases microbiológica en China. Rosario: Lazo Negro.
3 Arrighi G. (2007). Adam Smith en Pekín: Orígenes y fundamentos del siglo XXI. Madrid: Akal.
4 Burlage R y Anderson M. (2018). The Transformation of the Medical-Industrial Complex: Financialization, the Corporate Sector, and Monopoly Capital. In: Waitzkin H. (Ed.), Health Care under the knife. Moving Beyond Capitalism for Our Health (págs. 69-82). New York: Monthly Review Press.
5 Waitzkin H y Working Group on Health Beyond Capitalism. (2018). Healthcare Under the Knife. Moving Beyond Capitalism for Our Health. New York: Monthly Review Press.
6 Lamprea E. (2011). La constitución de 1991 y la crisis de la salud. Bogotá: Universidad de los Andes.
7 Quintero D. (Septiembre 22 de 2019). Corrupción electoral: las últimas denuncias de Ariel Ávila. Fundación Pares. Recuperado de https://pares.com.co/2019/09/22/tres-casos-de-corrupcion-denunciados-por-ariel-avila/
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